SAN PABLO, Brasil.- El destino de millones de brasileños se define en pocos días en las urnas, en el que se enfrentan dos proyectos de país y dos miradas sobre el mundo. Por un lado, está Jair Bolsonaro, representante de lo que los europeos llaman “populismo de derecha”, en consonancia con lo que les está pasando a ellos mismos con el avance del neofascismo como el de Giorgia Meloni en Italia, Marie Le Pen en Francia o Pedro Abascal en España. Por el otro, Lula da Silva, un líder carismático, que ya fue presidente y salió de la cárcel como un héroe, al haber sido desestimadas sus condenas por corrupción,
En las elecciones brasileñas hay mucho en juego. Para organizaciones como Human Rights Watch (HRW), incluso se juega el futuro de la democracia en Brasil. Lo que ocurra en la primera economía latinoamericana tendrá también un fuerte impacto en toda la región.
La campaña del mandatario brasileño para socavar la confianza en las instituciones de su país será “probablemente un examen serio para la democracia y el Estado de derecho en América Latina”, señaló HRW en un reciente informe. Un examen cuyo posible fracaso podría convertirse en una tentación para otros gobiernos inclinados al autoritarismo. Y en un libreto, en ese caso, probado con éxito en la región.
En una entrevista con la cadena alemana DW, el politólogo Maurício Santoro, de la Universidad del Estado de Río de Janeiro, señaló: “Muchos en Latinoamérica ven lo que pasa en Brasil como algo que puede suceder en sus propios países”.
La victoria de Lula alimentaría, para los optimistas, la idea de que en América Latina se puede superar los desafíos para las instituciones, como lo es Bolsonaro. Para los escépticos, plantearía interrogantes de cómo construir un proyecto político que no implosione por la corrupción, como ocurrió tras los casi 14 años que pasó el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y Dilma Rousseff en el poder.